Debido a la exigente demanda de explicaciones acerca del último artículo, he decido hacer una segunda entrada aclaratoria.
Muchos de vosotros me demostrabais además de vuestro afecto (correspondido por cierto) un franco estupor ante los vericuetos de esa faceta del arte llamada, Body art.
Voy a dar una pequeña nota histórica para los que no estéis muy familiarizados con esta corriente artística.
El body art es una rama de las corrientes conceptuales del arte. Pondremos (por poner) un origen en Duchamps, el del urinario, como principio de ese gran tronco del arte. Aunque quizás es Klein, el primero que al pintar a sus modelos de ese venenosísimo color azul, el que se acerca temerariamente a lo que hoy convenimos en llamar “Body art”.
En realidad no es hasta los sesenta, cuando la escuela de Viena empieza a experimentar con sus cuerpos, con cambios de sexo incluidos, y nace la “caca” enlatada y otras facetas igualmente fascinantes de lo que hoy se conoce como “Body art”.
El “Artista del cuerpo” lleva al éxtasis la idea de que sólo es arte lo que forma parte de su propio cuerpo, ideas incluidas “biensûre”.
Finalmente todo se va entreverando y viene “Gina Pane” y sube por una escalera de pinchitos para significarse como mujer doliente o Chris Burden haciéndose pegar un tiro por la guerra de Vietnam y otras acciones o performances. Y aquí llegamos al tema estrella de las preguntas. Si quedamos fascinamos con alguno de estos artistas y quisiéramos coleccionar algo de su obra ¿Cómo lo hacemos?
Bueno, he de decir que la mayoría de estos artistas viven de los vídeos y las fotos que se hacen mientras hacen sus performances, pero que les diría yo, ese tipo de objetos de colección no dejan de ser un subproducto de lo que es el verdadero objeto de colección. El cuerpo del artista.
Les pondré un ejemplo que seguro disipará todas sus dudas.
Supongan que como coleccionista interesado, han invitado a tomar el té a su casa a la señorita Abramovick. El motivo por ejemplo, es el de enseñarle unos nuevos cuchillos láser capaces de cortar un clavo sin perder el filo.
Ustedes conversan relajadamente sobre, “el análisis del conocimiento comparado y la cultura africana”, cuando la señorita Abramovick se tira un pedo.
Este es un momento crucial e irrepetible en la vida de un coleccionista. En este momento usted sólo puede hacer una pregunta que sin duda es crucial.
-¿Se te ha escapado?
Si la señorita Abramovick responde que no, significa que es el día más importante de su vida. Una cosa es que se le escape un pedo y otra muy diferente, es que Marina Abramovick decida voluntariamente ofrecerle una parte de si misma con delicada generosidad.
En ese momento el protocolo es estricto. Deberá aspirar todo el aire que pueda en ese momento y llenar con él globitos, condones o cualquier otra cosa que tenga en casa y pueda contener pedo de Marina en cierta proporción, digamos de 1\100 cl.
Inmediatamente después deberá enviar el material a un conservador que se ocupe de introducir ese material en un recipiente adecuado y posteriormente ingresarlo en la caja de algún banco fiable en suiza, Scheichelles o similar.
En cuanto a su salón de té se ha convertido en una instalación permanente de la señora Abramovick, y a partir de ahora puede invitar a sus amistades más cultas y refinadas a oler los restos del pedo de la artista. Por supuesto ni se le ocurra ventilar y procure dejar la estancia lo más estanca posible.
Espero que después de esta explicación no quede ninguna duda por resolver tanto de mi entrada anterior como de esta ni por supuesto acerca del Body art.
Vuestro siempre