Queridos lectores,
Perdonad este pequeño paréntesis epistolar. Los más sabréis que he estado de mudanzas, equipando el nuevo estudio como es debido, pero sobre todo adaptándome a él. Para los que tuvierais dudas os diré que sí, el “negroni” sabe exactamente igual que en el antiguo estudio.
Sobre todas las cosas, hoy me gustaría contestar a Leopoldus Caufman, de Whisconsin. En una agradable misiva dirigida a mi después de mi anterior post “body art II, consultorio” me confesaba su gusto por defecar en el campo, aun más cuando se colaba entre manadas de toros bravos y rodeo. Leopoldus me hacía llegar sus dudas acerca de este comportamiento suyo “¿Es esto Body art?”
Querido Leopoldus, déjame primero felicitarte por tu arrojo, no todo el mundo tiene las narices tan bien puestas como tú. En cuanto a las características de esta afición tuya, yo las enmarcaría más en el mundo del “Land art” que en el de “Body Art”. Entiendo que no sólo sientes el placer de deposicionar, sino que el entorno natural y el riesgo que todo contacto con la naturaleza implica, son vitales para tu disfrute máximo. Yo diría que es ese contacto con la naturaleza lo que convierte tu “plantamiento de pino” en una obra “Land art” por encima de cualquier otra modalidad del arte conceptual.
Si me permites un consejo, y decides tomarte ese hobby de forma profesional, recuerda la máxima “Duchampiana”, descontextualiza y vencerás. Llévate un toro bravo a una galería, defeca en su presencia y te auguro un largo y escatológico trayecto por el mercado del arte contemporáneo.
Sin más hasta la presente. Os dejo una foto del cuadrito en el que muchos de vosotros salís retratados. La calidad es mala, pero quiero guardar el “suspense” hasta el final
Vuestro siempre