Domingos en domingas

Querido reducto cosmopolita,

Esta semana ha sido bastante más movida de lo normal.

Una de las cosas de las que me enorgullezco pasados los años es que mi sentimiento hacia el cuerpo como algo obsceno permanece intacto. A pesar de todos los modelos que he pintado del natural y de haber visto más pitos que un proctólogo y más lolas que Lorenzo Lamas mis sentimientos permanecen mocitos. Mi propio cuerpo me abochorna hasta el punto de no desvelar necesidades tan básicas como la alimenticia.

Una de mis pesadillas más recurrentes es que viene a comer la Reina a casa de mi tía y esta me regaña porque como con la boca abierta.

Los cuerpos están llenos de glándulas secretoras, bombas hidráulicas,  almacenes de residuos y su esencia multidisciplinar no puede ser más kitsch. Tener cuerpo es una horterada, esa es la razón fundamental por la que aspiro a tener un alma inmortal.

En este sentido soy muy precavido  y  trabajo las dos cátedras principales de la inmortalidad, la laica y la religiosa. Sospecho que el razonamiento de Pascal no pasará el corte del edén, hay que creérselo de verdad. Espero que las estampas que muestran el paraíso como Woodstock en el 69 no sean más que ingenuas proyecciones populares de la paz del espíritu ¡sin cuerpo!

Por cierto, que llega la semana santa (mi época preferida del año) con los nazarenos cubiertos completamente salvo por dos agujeritos, imprescindibles para no prender fuego por equivocación al Cristo del gran poder.

La obscenidad es el origen de las más pías aspiraciones reproductoras. Todo el mundo se ha abochornado alguna vez pensando en el hermoso regalo que le hicieron sus padres cuando le concibieron.

Os preguntaréis el porqué de esta introducción, tan larga y plagada de divagaciones.

Pues bien, tiene mucho que ver con el arte. La desnaturalización del análisis de un cuerpo desnudo tiene que ver más con la ginecología que con el propio arte. La confusión que reina en el panorama artístico, empeñado en asociar la creación a protocolos científicos o médicos en este caso, me llena de estupor, pues obvia la cuestión más importante y artística:

Detrás de un cuerpo desnudo siempre debería haber una buena historia o al menos presentirse.

Alison Nolstrom, (directora de compras del museo de NY) en el premio descubrimientos de Photoespaña, pidió reitaradamente al personal que no le enseñaran porfolios de fotos de desnudo.

Recordad que suele haber buenas razones para desnudarse, y que eso, en general, es lo más interesante, salvo en el caso de Gisele Bundschen.

Disfrutad del domingo en domingas y en privado

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Oficinista hostigado por hinchas del Barça