El Antagonista

El otro día acompañé a un amigo artista conceptual a una vega toledana. Residuo de la “generación X”, la cocaína le había dejado el cerebro como un queso gruyere. Si te asomabas a su nariz podías observar el atardecer por su cogote. Estaba empeñado en plantarle un par de banderillas con los colores de la  bandera republicana  a un Miura.

Los artistas en decadencia deben ver en mí el “partener” perfecto para sus “cri de coer” testamentarios. Sospecho que esto se debe a mi fisonomía  biliótica y mi gesto severo enmarcado en una melena fosca. Mi frenólogo de cabecera asegura que  éste es un patrón de quinqui inofensivo, esbirro carcelario de tres al cuarto, perfecto para ejecutar golpes absurdos que apesten a desdicha.

Al grito de “¡Stop maricón!”  Derrapamos hasta una cuneta donde me faltó tiempo para sacar la cámara de documentar y seguir, a la carrera, vega adelante, el tatuaje del logo de “Mercedes-Benz” que se grabó en las nalgas mi amigo sin contraprestaciones, él “nude a plein soleil, biensure”.

Debí suponer que las politoxicomanías no se curan, sólo se aparcan. Víctima de la psicodelia entró al tercio de banderillas con heterodoxia. Confundido por un cabrito color betún que arremetió con una bravura impropia de su especie, se llevó éste las banderillas del toro, las cuales le teletranspotaron instantáneamente  al paraíso de las cabras.

Muy torero él, se puso a cantar la internacional a la vez que cagaba bajo una encina. Para su desgracia, su desconocimiento de las cosas del campo le impidió apercibirse de que dicha encina interfería en las querencias del rebaño bravío. Empachada de pienso, seguía la manada a un elefante de setecientos cincuenta kilos al abrevadero. Cuando el susodicho torazo vio que un culo le desafiaba  el paso, arañó la tierra, bufó con alegría y apuntó con sus pitones todavía sin afeitar allí donde las aristas del logo de mercedes se juntan.

Desde lo alto de una encina cercana no perdí detalle del ensañamiento del toro zahíno. Mi amigo gritaba: “¡Toro fascista de mierda!” y “¡Que viva la tercera república!”.

Después de un par de horas y cuando finalmente me atreví a bajar, de mi amigo solo quedaban las orejas, la naturaleza había vengado a la cabra a través de un toro otorgándole aquellos irónicos trofeos.

Dejé reposar los restos junto a la cabra. Justifico este extraño gesto por la insolación que me produjo el sol veraniego de la mancha.

El impacto que el video de la performance  póstuma tuvo sobre el universo artístico fue casi nulo. Sin embargo a raíz del acontecimiento salieron del armario una cantidad ingente de republicanos taurinos y naturistas que le erigieron mártir de la causa. Rastrearon la vega para dar con sus orejas las cuales enterraron con pompa  en una de las macetas del actual centro comercial que es la monumental de Barcelona.

La vida de mi amigo cobró sentido al final tras su muerte. El hallazgo casi fortuito de un antagonista poderoso y mortal con polisemias atávicas esculpió su nombre en mármol. Ya Heráclito profetizó la  fatalidad del hombre. No hay bien sin mal, día sin noche, gloria sin ruina, dicha sin pérdida, vida sin muerte. Todo tiene su anverso.  Extrañamente Heráclito también feneció junto a una cabra.

Cosas de la naturaleza

En busca de un colosal antagonista que me odie y vilipendie, os quiere vuestro chico trabajador

frenologia 01

esquema frenológico de un cochero

frenologia 02

Joven artista demostrando su porosidad craneal

colega

mi querido y difunto colega y yo. Él , como siempre, mostrando su legendaria sonrisa inteligente

La infancia de un contable debe ser maravillosa para neutralizar su purgatorio `profesional. una antagonía de manual

La infancia de un contable debe ser maravillosa para neutralizar su purgatorio `profesional. una antagonía de manual