El Mapache

Queridos amigos y tímidos lectores que deslizáis mensajitos inquietantes en el buzón de casa,

Hace semanas que quiero acercarme con un tono crítico a nuestra contemporaneidad artística pero el brutal tren de acontecimientos que rige los devenires de un padre de familia numerosa acaba por desembocar en naderías.

Espero que esta semana al menos pueda daros algo de material para que confrontéis con vuestro comisario de cabecera, a ver si os da permiso para hablar de ello en la próxima soirée bohemia con vuestros asustados amiguitos.

Vayamos al grano.

Fuimos con los niños al sur de Madrid, hay unos campos barbecheros bastante insulsos y llenos de cristalitos que me imaginé les vendría bien a los enanos para estirar las piernas.

Al cuarto de hora de merodear por un páramo, Pablo, que es un superdotado para ponerse en peligro, sacó de una madriguera con la ayuda de una ramita un mapache hecho una furia. Salí como una exhalación y por un suspiro no le afeitó las orejas  a mi primogénito. Los alaridos que profirió su madre cascarón las nubes que empezaron a descargar vengativas. De retirada me apiadé de aquella fiera abandonada y, a costa de hacerme el brazo girones, conseguí meterla en el maletero para darle una vida mejor.

El escándalo durante el regreso fue tan aterrador que no llegamos a casa. Dio la casualidad de que las bases del “Generaciones de Caja Madrid” estaban abiertas. Así que, ni corto ni perezoso, metí al mapache en una jaula con la ayuda de dos porteadores rumanos contratados exprofeso y lo presenté al concurso, defendiendo el proyecto con solidez conceptual al que titulé “Mapache 2.0”.

Jamás he tenido un éxito tan rotundo.

El jurado, interesado por mi proyecto tuvo la feliz idea de examinar mi trabajo con más detalle abriendo la jaula…

La fiera esa, que llevaba tres días sin comer, mató a uno de los miembros del jurado al primer embate, lo cual no tiene importancia porque era galerista y estaba prácticamente desahuciado. Además mandó a la UVI a otros tres, y lo que es mejor, destrozó cuantas obras había en el local, dejándome como único presentado válido del concurso. Y sin duda ganador.

Pensaréis que el mapache sería sacrificado. Os equivocáis. Su imponente carácter y exquisito gusto para aborrecer obras de arte le han conferido un ascenso. La comunidad artística se congratula de tenerle como el nuevo director del CA2M.

La sala sigue tan vacía como antes, pero ahora hay buenas razones, un mapache furioso las recorre.

Os quiere, vuestro chico trabajador.

 

El mapache con su nuevo look de director de museo

El mapache con su nuevo look de director de museo