Queridos adictos al arte:
Estoy al tanto de un nuevo fenómeno en el mundo artístico que no puedo dejar de compartir con vosotros. Podría quedarme esta importante información para mi propio lucro y obtener de los beneficios un pony para Jimena y una bañera con leche de burra para Mindi pero ya sabéis como soy. Al turrón.
Tengo un amigo que trabaja en las aduanas del aeropuerto de barajas, actualmente conocido como Adolfo Suárez. El otro día arrestaron a un mochuelo y le confiscaron la mercancía por una cuestión de tráfico de antiguëdades. Tras un segundo vistazo enviaron el hallazgo a la sección forense. Entre supercherías varias, llevaba troceados, plastificados, metidos en cajitas o incrustados en mecheros distintas partes del cuerpo humano.
Al individuo le faltaban agallas y a la segunda bofetada ya estaba cantando la Traviatta. Aquí viene la primicia, ante el inminente colapso del mercado artístico y la falta de activos en forma de nuevos artistas carismáticos ha irrumpido con fuerza un tipo de inversor coleccionista concentrado en la reliquia
Ronald el belga (primo del famoso y más dotado Eric) llevaba:
El dedo meñique con el que Lucien Pissarro se sacaba le pus de su ojo infectado, la lengua de Toulousse Lautrec famosa por las barbaridades que aprendió en el Moulin Rouge. El cerebro de Mondrian (Esta pieza le costó una condena extra por falsificación, era un cerebro de mandril), la dentadura incorrupta de Picasso y la famosa puntiaguda nariz de Pollock.
La policía está obligada a devolver las profanaciones a los herederos y a convocar una subasta pública con el material huérfano. Para este acto se espera la venida de los más poderosos inversores europeos.
Mi impresión es que cualquier cosa por algo menos del millón de euros es un buen precio.
Dicen que hay un panameño con una concesión del Canal, que tiene la oreja momificada de van Gogh en un banco de maldivas, y que está acaparando reliquias para reventar el mercado con el producto estrella.
Sin más hasta la presente, vuestro chico trabajador
El magnífico estado de la dentadura de Picasso y la importancia del artista ha movilizado al clan Bosé-Dominguín para obtener sus derechos.