Horse man

Queridos amigos del club de backgammon:

Hoy querría hablaros de un outsider de imprescindible conocimiento para aspirar a la eternidad contemporánea.

Un amigo mío,  pintor de paisajes, tenía a su vez un hermano poeta y los tres juntos solíamos alternar las noches ociosas de la universidad. Yo la verdad no le tragaba, era muy cursi, de esos que suelen estar siempre enamorado de forma imposible y le gustan las canciones ñoñas. Sólo le aguantaba por su fraternidad titulada y por la increíble propiedad que le confería el alcohol las noches que se proponía beber. Escasas.

Cuando bebía perdía los papeles y hacía barbaridades. Su personalidad se transformaba, solía entrar a gritos en los bares y con la chorra fuera, luego desplegaba todo un repertorio escatológico que en ocasiones llegó al vómito o a la pelea.

Una vez bebió tanto que literalmente se convirtió en un caballo. Salió de un bar en “Manuel Becerra” cabalgó hasta el zoológico y allí se apareó con una cebra.

Este caso documentado de metamorfosis le dejó afectado el resto de su vida. Aunque recuperó su cuerpo humanoide a las dos semanas, permanecieron en él cualidades equinas. Se trasladó a unos establos que hay por la carretera de Colmenar y empezó a salir con yegua con la dentadura perfecta. Hay que reconocer el valor de la Yegua que fue acusada de zoofilia por sus congéneres y dada de lado, a pesar de lo cual se mantuvo al lado del hermano de mi amigo, ya conocido por todos como el chaval (del francés chéval, caballo).

En ese establo escribió un poemario muy extenso llamado, “La Alfalfa”, en general versos con tintes políticos y vengativos hacia la administración de hacienda, pero donde también se atisbaba una reconciliación con la vida que le había concedido el don del amor.

Reventó, para desgracia de sus pocos pero fanáticos seguidores, intentando ganar el derby de Kentucky con un Jockey obeso.

Espero haber iluminado un nuevo pasaje hacia la trascendencia. Os quiere bien:

Vuestro chico trabajado

 

rnavarro