Inigo Navarro


                                   Íñigo Navarro


 Por fin me decido a enseñar mis cuadros en Internet. Durante años, mucha gente me había preguntado donde se podían ver mis cuadros, y siempre tenía que recurrir a páginas de galerías como la de Jorge Alcolea o la Irving contemporary de Washington si lo que querían ver eran mis fotos.

Ahora que por fin me he decidido a dar el paso, no lo hago tanto por tener un “spot” donde, enseñarle la cola al primero que pase, sino porque creo que los pintores tenemos que hablar de pintura.
Los pintores suelen ser gente que no aclaran sus ideas hasta que no pintan y suele no gustarles hablar de sus cuadros. Cuando por alguna razón tienen que dar una entrevista o hablar con un coleccionista importante de su obra, al terminar las diserciones y quedarse solos, suelen pensar que sólo han dicho estupideces que no le benefician en absoluto a su obra, ni al prosaico mal vicio de su sustento.
En una cosa tienen razón los que deciden no hablar. Como dice Eduardo Arroyo que a su vez cita a Francis Bacon, “Si pudiera explicar lo que pinto no lo pintaría.”


Siendo esto cierto, esto no le impide a un artista  hablar de una obra que le parece magnífica o detestable de alguna otra persona. Lamento mucho encontrar material literario de pintores muertos que me interesan y nada o muy poco de mis contemporáneos. Se suelen encontrar entrevistas sesgadas donde indefectiblemente se dicen sandeces que no llenarían ni cuatro folios por una cara. Eso casi no me vale de nada.

Como decía al principio, por fin me decido a poner todos mis cuadritos juntos. Pero juntos, y con comentarios, y poco a poco. Convencido. Y empiezo por el final. Empiezo poniendo uno de los últimos cuadros que he pintado, además os pongo una foto del re-nombrado Eduardo Arroyo.
En su último libro Arroyo confiesa dos obsesiones que comparto. Una son las listas. También mi amigo Gigi Ouzzounoff es un amante de las estadísticas, la anécdota y de las listas. También mi querido y difunto suegro José Manuel Escorial.Una lista podría ser la de los cadáveres que aparecen en el cuadro de Arroyo. Otra lista la de las personas que terminarán cadáveres en el mío. La lista de los disfraces. Las maneras de morir. Las maneras ignomiosas de morir

Otra de las obsesiones que comparto con Eduardo Arroyo es el  “Ulises” de James Joyce  Durante años anduve buscando una persona que lo hubiera leído. Cuando la encontré me lo leí yo ¿Cómo se puede ser tan raro? Es muy difícil ser verdaderamente raro. Una rareza vulgar no es una rareza, es una vulgaridad. ¿Quién no ha querido ser un poco raro? ¡Quién no quiere ser raro?
Lo normal es rendirse a mitad de camino de lo extraño. Desgraciadamente esto crea sucedáneos medio raros de efímero  interés. La cota no parece estar donde la dejó Joyce. Si miras el panorama la cosa parece “mid-cuit”
-¡Maldito hambre!
Pero si en juego no estuviera la vida misma no habría emoción. Joyce se devoró con sus riñones incluidos.
El espíritu romántico no es comprar una caja de bombones con forma de corazón.
El espíritu romántico es creer en algo muerto como la pintura.