La vida es una guerra

Los seres humanos venimos al mundo con una misión. Lo malo es que un fallo en las telecomunicaciones nos ha dejado solo pequeñas nociones de las órdenes, lo más importante es amar al prójimo, pero ¿cómo? Por alguna razón Dios no nos ha dejado un mensaje concreto de lo que debemos hacer en la vida como: Haz pan delicioso, ama a tu prójimo siendo panadero, o mete a la gente en la cárcel, sé policía.

La vida es un pozo de confusión. Recuerda a los últimos días de Babilonia. El fuego enemigo nos silva en las orejas, el napalm ilumina la noche, caen nuestros compañeros constantemente: Cáncer, infartos, accidentes… Es fácil olvidar el objetivo A, es decir, el amor.

En el fragor de la batalla, nosotros, los soldados, luchamos con tenacidad para pagar la hipoteca, defraudar a hacienda, leer el periódico a escondidas del jefe, mantener los caprichos de nuestros hijos o contener las enfermedades venéreas. Hacer frente a imprevistos descorazonadores como la avería de un lavaplatos, la infidelidad de una esposa o la reparación del cambio automático del coche nuevo es el pan nuestro de cada día en la milicia.

Los veteranos magullados en la próstata, el colón, la cadera o algún otro lugar desconsiderado de su anatomía, aprietan los dientes y miran la muerte a la cara mientras dan de comer a las palomas en el parque, o hacen cola en el supermercado. Saben que son carne de cañón prescindible, pero sacan los arrestos con orgullo como verdaderos gladiadores recordándole a la cajera que el pan de molde estaba en oferta. Ellos saben que son cadáveres, que estamos todos muertos, que solo es cuestión de tiempo que vayamos a aumentar la cuenta de los estratos geológicos.

Por si fuera poco, el enemigo, intenta confundirnos a través del deseo, haciéndonos creer que amor y pasión es una misma cosa.

Los desertores abundan.

En general, ante la ofensiva enemiga de erotismo feroz, el único amor que sobrevive es el platónico. Ese que yace en las playas de la infancia, en el movimiento de la cola de aquel perro que tuviste, en el amor de madre. En aquel beso delicado y sin lengua de aquella preciosidad rubia.

La vida es un mar de lágrimas y no es fácil cumplir con el deber.

lo mas dificil de atacar de noche es encontrar al enemigo

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