Mi amigo el crítico

Hoy quería hablaros de otro amigo mío, crítico. Cincuentón, periodista de formación,  cogió la profesión  por el lado taurino en el principio de la decadencia de la fiesta nacional, allá por los ochenta. El toro aun hablaba de tú a tú al fútbol aunque le quedaban dos telediarios. Al abrigo de Matías Prats padre colocó un par de columnas en provincias y en temporada, el resto del año vivía de unos pisos que había heredado de su padre y que le rentaban por Manuel Becerra un sueldito bastante apañado.

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Sus desgracias comenzaron cuando dejó embarazada a una enfermera de la “Princesa”. Casado de urgencias y a punto de dar a luz, una bombona de butano mandó al garete la economía familiar. De la noche a la mañana se vieron viviendo en un piso de cuarenta metros y mirando con ansiedad el calendario a partir del día diez.

Pasó un lustro muy apretado. Yo le conocí en ese momento, era el final de los noventa y el mundo del arte era pura locura y euforia juvenil. Cuando me veía le aflojaba quinientas pelas, le convidaba a un bocata y un caña y a cambio le pedía que me contara sus avatares y sinsabores, material para mí de incalculable valor.

¿Qué no haría yo por mis niños, quién soy yo para juzgar las consecuencias a la que la miseria puede empujar al ser humano?

Asediado por los acreedores, tomó a bien aceptar un trabajo de redactor de sinopsis para un portal de cine en internet. El portal estaba especializado en cine erótico en sus vertientes más bizarras. Mi amigo el crítico, chapado a la antigua, hizo de tripas corazón.

Para su sorpresa todo fue más fluido y sencillo de lo que hubiera podido imaginar. Le bastó con copiar sus propias crónicas taurinas y adaptarlas mínimamente. El vocabulario funcionaba igualmente para los dos ámbitos, el morlaco, el estoque, el rabo, la corrida… Su estilo preciso aunque peculiar le proporcionó un 40% de aumento en descargas.

-A los salidos les intriga mi manera de escribir- Me contaba con satisfacción.

Su salto al arte fue casi natural. El mismo director del portal erótico tenía otro conocidísimo portal de arte. En este caso tuvo que hacer pequeñas variaciones en el vocabulario. Las descripciones igualmente eróticas requerían del prefijo meta-, o del sufijo -oide. Es decir:

Metamorlaco, estocoide, metarrabo o corrida (bueno este último término funciona exactamente igual en cualquier ámbito)

Fue una sensación y su carrera se catapultó.

A mí ya no me hace ni caso, por supuesto.

Bueno, me alegro por él, por fin ha encontrado su lugar en el mundo. Se ha divorciado, le ha puesto una pensión estupenda a su ex y el niño lo ha mandado al San Patricio. A su choferesa negra le aplica el conocimiento adquirido en la fase erótica de su peregrinaje profesional y ha hecho compadrilla con un cocinero triple Michelín que le homenajea con gamba roja día sí y otro también.

Las críticas del año se las saca en temporada, en el tendido siete de las ventas. Sé que se queja de que los toros cada vez salen peor y le cuesta hacer críticas buenas, que es lo que básicamente necesita para mantenerse en la cresta de la ola.

Cerramos de esta manera otro capítulo acrisolado del artista y su ecosistema. Espero que la vida os trate la mitad de bien que a Lorenzo Lamas.

Hasta el próximo domingo.

Vuestro chico trabajador