Todo el mundo sabe que mi mano derecha es Mindi. Ella es esa gran mujer subyacente esperando la rúbrica de la historia y las grandes colecciones. Yo bailo, rio o salto por una ventana solo si ella salta primero.
Para ilustraros la importancia que tiene para un artista una “mano derecha” permitidme que os cuente una anécdota:
El otro día pillé la gripe. Además de sentirme morir sin otro síntoma distinto de una fiebre más ardiente que el infierno, la orina del análisis dio un bilirrubinazo de enfermo hepático terminal. Tras besar en la frente a mis hijos, al peluche de Jimena y rogarle a Mindi que me enseñara los pechos por última vez, les pedí me dejaran a solas en mi agonía.
No mediaron palabras, lejos de aislarme, me enfundaron una bata de flores de mi suegra, me montaron en el boogaboo del nuevo y convocaron a la prensa.
Cuando estuvo todo preparado Mindi me hablo de esta manera:
-Esposo idolatrado, despojo amado y febril. He convocado a la prensa para lanzarte cuesta abajo en plan performativo. En el comunicado que les pasé a las agencias he explicado tu estado terminal, tus ansias de permanecer al pie del cañón y tu insolente desprecio hacia el sino.
-Mindi, me siento muy desdichado, me voy a hacer polvo.
-Lo sé, pero lo harás a cambio de una vida eterna bien en los museos, bien en las hemerotecas del amarillismo y de Telecinco.
Poco más he de contaros. Todo hubiera salido excepcionalmente bien, me rompí la clavícula para alborozo de los cámaras y reporteros, tras impactar con un R-5 rojo que debería ser carne del plan pibe. Lástima que los análisis del laboratorio hubieran salido mal y resultara que finalmente no me estaba muriendo.
El morbo decayó indefectiblemente, pero me situó en el mapa de los freacks de Cárdenas con la misma fuerza que en su día entraron Paco Porras o Ambar (antes Yerena (antes Tamara la mala))
En el mundo contemporáneo el friquismo es la antesala de la dominación mundial.
Os quiere ardiente fiebre,
Vuestro chico trabajador
Mindi desarrollando las estrategias de mi carrera