No eres tú, soy yo

Hay un santo que vive de prestado en unos apartamentitos de la calle Hilarión Eslava. Es un ser frugal y delicado que intenta hacer suyos los pecados de los demás. El mundo contemporáneo está lleno de pecado.

Escribe oracioncitas del tipo: “Señor perdona a los que cobran en B, porque la economía sumergida es la base de la subsistencia” o “Señor apiádate de los que le dan bocinazos a las mujeres cuando aparcan porque su machismo responde a una educación autoritaria y vetusta” o “te damos gracias señor por el glutamato monosódico y otros avances de la industria alimentaria”. Luego las caligrafía en papelitos de colores y los tira por la ventana.

Para el día de la Asunción solemos salir en romería. Preparamos imágenes de mártires modernos, hechos con poliuretano, acetato de polivinilo y policromados con técnicas mixtas. Van vestidos con ropa de sport, chándal y zapatillas deportivas, vaqueros y camisetas de algodón.

Vendemos estampitas pero les hemos añadido valores numéricos, por ejemplo, san Dionisio Areopagita: Fe 90, poder conversión: 65, martirio: 40, algunas de las cartas van en foild y se cambian por cuatro de las normales.

La comitiva la forman por tanto: Fieles puros conmovidos por el misterio y la fe, un grupo de simpatizantes entre coleccionistas de cromos, amantes del diseño alternativo, capillitas obsesos por la imaginería comparativa y por supuesto un núcleo de artistas con ideas indefinidas pero con un sentimiento claro de acabose.

El santo, cabeza de la congregación, nos va marcando el paso haciendo caso omiso del código civil de la circulación. Esto siempre termina derivando en conflictos con los agentes del orden a petición de los automovilistas.

El santo es insolvente, y por lo tanto, inmune a la intimidación multifera policial, lo que le permite expresar su bondad sin reparos y de forma llamativa.

A los artistas nos habla de esta manera:

“Hijos míos, si queréis darle al mundo algo que merezca la pena olvidaros de esas cursilerías del ser vosotros mismos, o expresar vuestro yo. Si fuera por vosotros estaríais presentando papeles para becas, subvenciones o residencias y os preocuparías por hacerle la pelota a la gente indicada o de aparecer en la prensa. El yo suele ser algo ramplón y mezquino, que solo piensa en vivir bien. Si queréis hacer algo que merezca la pena dejad que Dios hable a través de vosotros. Solo os llamaran maestros cuando vean a Dios en vuestras obras”

no eres tu soy yo

No eres tú, soy yo