Piotr el Letón

Absurda turba dominical:

Acabo de llegar de Riga, fui a pasar las últimas horas con Piotr el letón, cofundador del monocromismo con Yves Klein allá por los cincuenta. Terminó el trabajo de éste entre las décadas de los setenta y los ochenta. Quizás por su aislamiento geográfico, otros presumen que por su difícil carácter, pero muy seguramente por la falta de documentación de sus performances Piotr no tuvo el predicamento de otras escuelas del bodyart como la de Viena, aunque para los expertos que se reúnen todos los miércoles en el Starbucks de la grandplatze de Sarajevo no hay duda de que es sin duda el mejor de todos ellos. Es una referencia la acción que llevó a cabo en el 78, recorriendo en autobús la línea del 12 con ese inesperado final entrando en una mercería para pedir un vaso de agua.

Kusturica, coleccionista de ambos y que conocía mi adicción por él, Sabía que Piotr estaba mal y me pagó un billete para que fuera a velarle en sus últimos momentos. Su afición por los famosos bollitos con crema de Riga y la leche merengada le habían dejado los niveles de azúcar destrozados. Los últimos días Piotr los pasó en una caja en mitad de una gran avenida. Hacía dibujitos al carbón de los bollitos estresado por su legado oral.

Hasta el último momento se afanó por tratar de representar esa suave luz del norte sobre los pastelitos de crema lleno de insatisfacción. Sus últimas palabras fueron:

“Solo me interesa la luz en un dibujo si tengo que explicar el verano y mi desdicha, la luz por sí misma no significa nada para mi”

Y se murió

Luctuosas despedidas, brindemos al sol.

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Piotr y yo compartiamos la misma afición por la laca Nelly. La utilizaba indistintamente para parecer más alto o para fijar el carboncillo al cartón.

Los veranos en Alicante son más blancos que la leche