Respuesta a: “El arte apropiacionista de Doña Cecilia Giménez”

Respuesta a: “El arte apropiacionista de Doña Cecilia Giménez

De Jorge Luis Marzo


http://soymenos.wordpress.com/2012/08/23/el-arte-apropiacionista-de-dona-cecilia-gimenez/#comment-485
He leído con sumo interés la entrada de su blog. También perplejo. Estoy en desacuerdo con sus razonamientos.

Quizás la razón para hablar de esta manera es la defensa de la figura de doña Cecilia, para aliviarle los agobios que seguro tiene por culpa de su restauración y posterior repercusión en los medios. En realidad es lo que más lamento, que esa mujer que pueda haber hecho esto con su mejor intención se vea ahora acosada.

Dicho esto creo que el resto de su discurso es inaceptable y más viniendo de un experto.

Lo primero que me ha llamado la atención es su ambigüedad a la hora de utilizar el término apropiacionismo. Es curiosa su manera de críticar “el cromo” “sin valor” que era la obra original, “una estampita vamos”. Es decir, la crítica a la obra de “García Martínez” por ¡Apropiarse! De una imagen ya existente y reproducirla según a él le pareció.

Está severidad en cuanto a la visión de la obra original contrasta con la de la de Doña Cecilia de la que dice: “felicitar a Doña Cecilia por esta magnífica obra contemporánea, por este nuevo ejercicio apropiacionista”. 

También habla de feminismo, guerra civil y otros clichés fascinantes contemporáneos.

Tampoco quiero entrar en profundidad en la idea del valor de una cosa y otra. Hasta cierto punto es un debate estéril en el mundo del arte y hay buenos argumentos para defenderse sea cual sea la postura del kamasutra. Si no me cree dígaselo a esos talibanes, a los que los grandes budas de piedra, ya fueran en posición de loto o recostados les parecían todos la misma estampita relamida. Ellos también fueron bastante radicales y utilizaron algo más de la dinamita necesaria por si las moscas. Estoy seguro que si ahondo por ese mundillo que es el arte me encuentro con alguno que prefiere la performance oriental a la obra original. A lo mejor hasta tienen razón.

No me puedo resistir a nombrar al archifamoso Gerard Ritcher, uno de los más reconocidos artistas contemporáneos y todo hay que decirlo pintor de estampitas. El sabía muy bien que lo importante es el contexto. Si el cristo está en un monopatín, tatuado en un brazo, o dibujado con boli bic en un cuaderno es arte contemporáneo, pero si está en una iglesia, no ¡Claro!

Otra de las cosas que me ha llamado la atención es la analogía que ha hecho con la obra de Francis Bacon. ¡Hombre! En fin… a mi Francis Bacon me gusta mucho pero compararlo con la obra de Doña Cecilia… en fin. Además es llamativo que reste valor a la obra de “García Martínez” por su técnica “relamida”. Usted que sabe mucho de pintura sabrá que no hay pintor más relamido sobre la faz de la tierra que Francis Bacon. Solo hay que verle el tipo y tamaño de los pinceles. Son pequeños y de acuarela. “Bacon” consigue esos efectos de movimiento y gesto de una manera completamente antagónica a la hora de trabajar, o sea relamiendo. Tardaba horrores en hacer un degradado del rosa al blanco, por ejemplo. Con un pincel tan pequeño no se puede tardar menos. Estoy seguro de que usted ya sabía esto, por eso me ha extrañado que la “técnica” en el mundo de la crítica del arte contemporáneo, sea un valor tan claro que delimite con una raya a los relamidos de los gestuales. Por cierto que no hay nada más hortera que una pincelada impresionista, estoy hasta el moño de los falsos Monet, los falsos Van Gogh… y eso no es nada relamido.




Por último y volviendo a la idea del apropiacionismo.  Me da la sensación de que usted con su discurso sostiene posiciones como la de los hermanos Chapman. Para los que no lo recuerden, son los que pintaron sobre originales de los grabados de Goya, monigotes y otras historias adjetivando el producto “mejora” de los grabados de Goya.



Podían haber mejorado unas fotocopias de esos grabados o quizás podían haber realizado una copia de los grabados con la mejora ya incluida, pero prefirieron realizarlo sobre los originales. Y la razón fundamental de que esto sea así es el morbo de la destrucción. Parece que en el mundo culto del arte contemporáneo se premie al que destruye en vez del creador. Con su discurso lo único que consigue es alimentar este fuego.

Todos sabemos que si esta señora, en vez de pintar sobre el cuadro original pinta ese lienzo en su casa no se habría enterado ni el Tato.

Lo peor es que hable de obra de arte de algo que como mucho podríamos calificar de un accidente, no premeditado e infortunado.

Espero que Doña Cecilia se pueda olvidar lo antes posible de este incidente, que como ya he dicho personalmente lo veo como un accidente, y pueda retomar su vida normal y anónima.

Iñigo Navarro