Queridos amigos,
Antes que nada he de agradeceros a todos vuestras manifestaciones de profundo afecto que podéis considerar reciprocas. Sin duda la mayor satisfacción, de las muchas que he tenido esta semana, es la de poder constatar vuestra alborotada multitud compartiendo nuestra alegría.
Gracias
Dentro de poco nos iremos de veraneantes. Este es un momento feliz para todos. Ya hemos empacado la casa y metido las joyas y los Rolex en una caja de seguridad del antiguo hispano Americano, ahora Santander.
Le hemos comprado un collar anti pulgas a Canelo y una gorra a la médium, que se ha empeñado en venir y a la cual ya he explicado que no hay más sitio que un sofá cama infernal. Aun así insiste en cobrarse los impagos de esta manera.
La familia de galápagos, los cochecitos, el atrezzo para las suarés bohemias de playa, los objetos lúdicos inflables, el ordenador… ¡Pero sobre todas las cosas… La caja de pinturas! Empieza mi temporada de pintura del natural. Permitidme que os transcriba un pequeño texto de Carlos de Haes:
“…El pintor debe en cierto modo identificarse con la naturaleza ¿quién no ha sentido henchirse su pecho de un placer indefinible a los primeros albores del sol de Mayo? Entonces el estudio entre cuatro paredes se hace insoportable; descuélganse las cajas, y empiezan los aprestos para una vida de fatigas sanas y de afanosos trabajos: Entonces renace en él, interprete y admirador de las bellezas naturales, una segunda existencia; y sólo ante el maravillosos espectáculo de la creación, se arroba en esa música del alma que ningún poeta acertará a expresar jamás…”
Feliz Verano